miércoles, 9 de marzo de 2011

Yin Yang

No os voy a engañar, soy un poco como el Yin y el Yang. Tengo dos partes que son opuestas y que de vez en cuando se enfrentan entre sí. Hoy he tenido un día horrible. De esos días que te quedarías metido debajo de las sábanas, resguardado de todo. Pero en un día como hoy he encontrado ciertas circunstancias que me han hecho cambiar y mi día ha dejado de ser tan negra para pasarse poquito a poco al lado claro. Lo sé, soy una chica dicífil...

Esperando al autobús, había un chico de mi edad sonriendo. Sonreia porque habia dos hombres bastante mayores que se estaban saludando delante de él. No ha sido una sonrisa burlona, ha sido una sonrisa cariñosa. Una sonrisa que me ha recordado que los jóvenes y los ancianos no estamos siempre enfrentados sino que, a veces, hasta se puede aprender unos de otros. Una sonrisa de respeto y de admiración.

En otro momento de la tarde, tomando algo con una amiga a la que conozco desde los 13 años (¿?) más o menos, me he dado cuenta que todavía tiene el poder de sorprenderme en algo tan simple como elegir el sabor de una tarta. Una forma muy simplona de demostrar que no se conoce a alguien por mucho tiempo que pasemos juntas. (Es una frase muy usada, muchas veces sin sentido, pero que es totalmente cierta).

Y, por qué no decirlo, el momento en el que no me porto bien con alguien (porque ya he dicho que no ha sido precisamente el mejor día de mi vida) y es capaz de aguantarme pacientemente y de querer verme otra vez.

Ha sido un día de contrastes, pero sobre todo he descubierto el increíble poder que tengo de cambiar un sentimiento en otro totalmente diferente sobre el mismo tema. Puedo cambiar de sentir frustración a sentir pena. Pero no pena por mí, todavía me queda un poquito de mi ego y un muchito de mi orgullo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario